sábado, 20 de noviembre de 2021

Valores y empatía

 

Hoy no voy a escribir sobre el amor o desamor, esos sentimientos que aunque tratamos de evitar siempre nos acompañan, no, hoy vengo a hablar de algo más serio e importante.

Últimamente estoy descubriendo, o tal vez siendo consciente, según queramos verlo, de la falta de valores existente en nuestra sociedad.

La vida avanza, la tecnología, la medicina, pero retrocedemos en aspectos que deberían ser fundamentales, como la empatía.

Si nos paramos a pensar en nuestros padres o abuelos, nos topamos con personas dispuestas a ayudarse unos a otros y ahora por más que lo pienso no encuentro el motivo ni el momento en el que todo esto se perdió.

Seguro que os preguntaréis porque hablo hoy de ésto o a que me refiero con mis palabras, pues bien, todo se debe concretamente a dos hechos de los que he sido testigo en las últimas semanas, pero que sé que no son aislados y que ocurren con demasiada frecuencia.

El primero de ellos ocurrió en el metro de Granada, trayecto dirección Albolote. Como ya sabéis, mi marido es una persona invidente, bueno, pues hace unas semanas, volvíamos de hacer unas gestiones en Granada y al subir al metro nos encontramos con tres señoras sentadas en los asientos prioritarios, es decir, aquellos destinados a personas mayores o con algún tipo de discapacidad, como decía estas señoras, con edades entre los 24 y 45 años, se quedaron impasibles, sentadas en su asiento, viendo como mi pareja tenía que viajar de pie, sujetándose a las agarraderas del vagón. Lo que más rabia me dio fue que una de ellas se quedó mirando durante todo el trayecto.

El segundo de estos hechos y que para ser sincera es el que más me ha indignado, ocurrió en uno de los centros hospitalarios de Granada. Habíamos acudido mi marido y yo para una revisión rutinaria y mientras nos encontrábamos en la cola para pedir cita fui testigo de una situación que por desgracia suele ser habitual. Un chico invidente entró por la puerta al pasillo, solo, delante de él, paradas, había varias personas que ni se inmutaron ante la llegada del joven, él se quedó parado, se notaba que no sabía a donde dirigirse, decidí acercarme a él y me dijo que tenía cita, así que lo acerqué a la máquina de confirmación, esa que han instalado en los hospitales para acelerar y facilitar la gestión de citas en el día, pero inaccesible para personas invidente, y luego le acompañé hasta la sala de espera de su consulta.

Con esto no quiero decir que todo el mundo tiene estos comportamientos, hay gente que aún tiene valores, pero suelen ser personas de cierta edad, y muy poca gente joven, de la nueva generación, esa misma que es el futuro del mañana, por lo que me pregunto, ¿qué futuro nos espera a nivel social?

No culpo 100% a estas personas, ya que la sociedad en lugar de avanzar ha ido retrocediendo, vamos con prisa y lo que es peor, nos están enseñando a mirar por y para nosotros, sin pensar en los demás y en lo que necesitan. En cuanto a las personas con diversidad funcional el mayor problema viene de los organismos públicos que aún no toman las medidas necesarias para facilitarles la vida, encontrándose aún con innumerables barreras, y ahora, con tanta tecnología yo diría que hay más, pero de esto es mejor hablar en otro post.

Tal vez un gesto no cambie el mundo, pero sí puede cambiar el día de una persona. Recuperemos esos valores que nuestros abuelos cultivaron en nosotros y que tan valiosos son.