viernes, 17 de febrero de 2012

El dolor de un adiós

A veces ocurre y sin saber porque, lo que creías olvidado regresa a ti, los sentimientos desterrados y sueños olvidados que ahora sin motivo vuelven a renacer...

Esos momentos de amor, de besos y pasión, susurros al oído y miradas cómplices, que un día tuvieron que decir adiós, ocultarse para siempre en el pozo del olvido, mientras buscaba un refugio para mi alma que anhelaba tus abrazos, perderme entre tus caricias y sentirme protegida junto a ti.

Vivir la triste despedida de un amor correspondido es algo que jamás se supera, pues aunque mi mente decía que fue lo correcto, el mejor camino que se podía tomar para no lastimar a quien más amaba, mi corazón latía despacio y roto de dolor, pues no lograba comprender porque ya no te tenía, porque tu corazón no estaba junto a él.

El único consuelo que le quedaba a mi nueva y desafortunada vida era el saber q no me cruzaría contigo, que nuestros ojos no se cruzarían por la calle, pues la distancia que nos separaba era demasiado grande, había un enorme abismo entre los dos, y creíamos que con eso tendríamos bastante para conseguir olvidar lo que un día tanto amamos.

Por mi vida comienzan a pasar nuevas personas y nuevos amores, algunos tan grandes, sinceros y verdaderos que acepto el hecho de haberte olvidado y borrado para siempre, pero ninguno de esos nuevos amores se queda, sino que pasan de largo, dejándome de nuevo sola en mi agonía, pero con la certeza de no volver a pensar en ti.

Pero ocurre lo inesperado, la pesadilla que tantas noches ocupó mis sueños se hace realidad y volvemos a encontrarnos, un día gris, en el que paseo mi soledad por la orilla de la mar, distraída en mis pensamientos, mi mirada se cruza con la tuya, como no recordar esos grandes ojos en los que tantas veces me sumergí. Intento huir pero no tengo escapatoria, el destino ha vuelto a ser cruel una vez más conmigo, te miro, no has cambiado nada, sigues siendo el mismo, el que una soleada tarde de verano me robó ese primer beso, el que con su sonrisa se incrustó en mi corazón, aquel al que un día tuve que decir adiós.

Ese nuevo encuentro reabre el rincón de los recuerdos, dejando aflorar sentimientos pasados, volviendo a latir por ti, pero ambos sabemos que no podemos repetir el mismo error, que esto que nos ocurre no puede ser, y debemos regresar al momento de la despedida, comenzar a intentar olvidar y el desconsuelo se apodera de nosotros, pero nuestro amor está prohibido.

Entonces, con el mar como único testigo, nos damos ese último beso, el que siempre recordaremos y llevaremos grabado a fuego en nuestras almas, regalándonos un ultimo ‘Te quiero’.




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